domingo, 27 de mayo de 2012


Con el crepúsculo.
Como el atisbo de un ser fantástico.
Llegaste a mi puerta con la única música de tus suspiros.
Caótica. C/Pálida. Mayúscula.


Dio comienzo el espectáculo.
El dióxido de carbono que emanaba de tus bronquios
devino el elixir de mi supervivencia,
oxígeno ficticio, pérdida del yo
asesinato de la vacua inocencia.


Era cómico, al tiempo que orgásmico
jugar a seguir tu compás.

Lástima que el tiempo
sea el único acero
que no se puede doblar.


Tu, Vértice de lo isósceles de mi estabilidad,
el ángulo apropiado que me convierte en un
Yo...
en tu
discípulo apostrófico inhumano.