miércoles, 14 de marzo de 2012

A mi compañera de lamentos. Frida.

Te quiero sin cordura, con las manos, con las gemas de los dedos, con los oídos y los ojos cerrados.
Adoro tu tacto, cada centímetro de tu superficie...sin excepción alguna.
 Te exijo a mi lado, pero te quiero más cuando estás en otras manos, cuando me faltas, cuando estás tapada o al descubierto, te quiero cuando gozo de tu curvada silueta contra mi pecho. Te tengo ahí, al lado del corazón…y me lo astillas continuamente.
Ingrata, que le regalas acordes a oídos que no los buscan…
Y sin quererlo, te odio…te odio entera, a cada una de tus cuerdas, cada uno de tus trastes, cada tono pictórico que decora tu madera.
Te odio aún más cuando en manos de otra gente confiesas cosas que nunca me has susurrado a solas.
¿Qué quieres que haga para encontrar tan solo uno de los miles de senderos que se esconden en tus laberintos rectangulares?
Dame tiempo, y te haré contar historias que nunca nadie ha oído. Dame tiempo, y dejaré de odiarte…te querré como te quiero cuando no estás conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario